Rocío Mena: Comunicar te hace crecer

Rocío Mena: Comunicar te hace crecer

Sept 23 102

* La presidenta de los publirrelacionistas del Caribe Mexicano da el ejemplo de cómo actúa un profesional en tiempos de crisis y con objetividad señala que no debe haber ningún temor pues “lo único que otro ser humano puede hacerte mal es quitarte tus cosas personales. Nada más”, afirma.

J. Basilio Arévalo Campos

Nacida en ciudad Chetumal es la primer quintanarroense que dirige el gremio que enlaza la imagen del Caribe Mexicano al mundo.

Publicista, dueña de un don natural para el manejo de relaciones empresariales y gubernamentales; nacida en ciudad Chetumal, admiradora de Nelson Mandela y el Papa Francisco; Rocío Mena Réndiz, presidenta de la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano (Arpcm) es ejemplo de cómo actúa un publirrelacionista en tiempos de crisis. Está convencida de que las esperanzas no se venden y por lo tanto focaliza su energía en encontrar mecanismos y estrategias que continúen colocando a Quintana Roo como un destino de primer nivel, ahora a partir del gremio que es el enlace al exterior para las mejores firmas.

En los tiempos que viven los destinos turísticos del sur y del norte de Quintana Roo, afirma estar convencida de que las esperanzas no se venden y por lo tanto, focaliza su energía en encontrar mecanismos y estrategias que continúen colocando a Quintana Roo como un destino de primer nivel, ahora a partir del gremio que es el enlace al exterior para captar las mejores firmas de inversión y manejo de nuevos capitales hacia la entidad.

Dos frases pueden definir el día a día de la chetumaleña Rocío Mena, en su ejemplar vida de dejar la capital política para hacer trayectoria en la capital económica de Quintana Roo. “Lo que te puede hacer otro ser humano es sólo quitarte tus cosas personales y, no hay que olvidarlo, comunicar es lo que te va hacer crecer”, admite. Entre sus prioridades destaca dar lo mejor en educación y allí radica su esfuerzo como padre “porque tu familia es tu mejor proyecto”, agrega.

–Nació en Chetumal ¿cuáles son sus recuerdos?

Nací en el Hospital Morelos. La vida alado de mi abuela Margarita Escárraga viuda de Réndiz; me marcó por una historia tan emotiva, de esfuerzo y de valor enorme con la experiencia del huracán. Allí conoció a mi abuelo, que era sargento de Policía en Payo Obispo, sólo que él murió a los 42 años. Admiro a la abuela porque es un ejemplo para aprender, yo no estaría aquí sin ella. Mi mamá, también es una sobreviviente del huracán “Janeth”, tenía ella ocho años de edad. En esa experiencia de la furia de la naturaleza, mi abuela perdió cuatro hijos, sólo sobrevivieron mi mamá y un tío, eso fue hace más de 60 años.

–¿Conoce de cabo a rabo el estado? Vemos que a los ocho años vivió en Holbox ¿Cómo se es a esa edad en un lugar así?

A las ocho de la noche se iba la luz y sólo te encontrabas con las estrellas, era algo mágico. Ahí aprendí el juego simple que practico hasta ahora: tirar con la pelota a la pared y recitar varias cosas qué hacer. Fue un juego creativo que hoy practico con mis hijas. A los 10 años viví en Puerto Morelos; ahí estudié en la escuela el quinto año de Primaria, disfrutaba mucho vivir en todos los lugares donde trabajaba mi papá, que siempre me decía “a donde lleguemos búscate a los niños de ahí”, y así crecí, siendo más aventada que valiente (risas). Me enseñaron a nadar el mar y los niños de los lugares a donde llegábamos a vivir por el trabajo militar de mi papa; no conocían límites. A los 11 viví en Cozumel, en Punta Molas, donde sólo éramos los militares, sus familias y el faro. Lo más maravilloso era despertar con el ruido de las olas. No había ratones, sino cangrejos ermitaños.

–Hoy vemos mucho sobre estrategias del turismo ecológico, usted es claro ejemplo de ello…

¡Pasé mi vida de niña en eso! La escuela rural, en un salón con niños de primero, segundo, tercero y cuarto año. Por eso la experiencia de adaptarme a circunstancias que se me ha dado de adulto. Terminé la Primaria en Chetumal, en una escuelita cerca de dónde vivía, en el tiempo en que se tenía que terminar. Tres años en Secundaria, tres en Preparatoria. En Chetumal viví con mi abuelita cerca del Instituto Tecnológico de Chetumal, en la calle Génova; luego en otro domicilio que (creo) se llamaba Felipe Ángeles. Mis abuelos paternos son otra historia, vivían en Mérida, y mi abuelo tuvo ascendencia española. Mis papás adoran la cultura maya por ellos y es tanto así que yo quería ser arqueóloga. Mi mamá se la sabía de todas en el asunto de seguridad familiar; los pabellones, si mi papá era militar mi mamá era el general, me decía.

–¿Cómo se acerca al turismo?

Estudié la carrera técnica en Chetumal, en el Tecnológico, cuando tenía nivel medio superior y superior, era una escuela donde –difícilmente– te aceptaban. Después de arqueóloga quise ser maestra, pero encontré la reacción de mamá porque la escuela estaba en Bacalar y se viajaban 40 minutos desde Chetumal, cosa que en esos años se veía muy lejos. Llegué a Cancún con un grupo de amigas que veníamos de Chetumal, nos instalamos en una casa de la Supermanzana 64 y era toda una aventura viajar desde allí hasta el Tecnológico de Cancún. Hice mis prácticas en el hotel Aristos.

–Se dice que en las relaciones empresariales no hay nadie que se le compare ¿cierto?

Lo que me caracteriza con los clientes es que somos como socios. La confianza de hacer de uno la empresa que nos da su confianza, que te contrata, que te da la oportunidad de hacerla crecer, eso es lo que hace la economía. En 1998 abrimos Omni Puerto Aventuras con 30 habitaciones en la playa. Fue lo último que trabajé en hotelería y me formé con la obra carretera Cancún-Playa del Carmen. Viajamos a los tiangüis turísticos para llevar la firma Omni, que jaló mucho turismo desde Acapulco, incluso.

–Bajo su responsiva está la imagen institucional de un sector complicado: las gaseras.

En Gas del Caribe me tocó llevar un esfuerzo de imagen y retos para migrar a Z-Gas. Trabajar en la parte operativa y de comunicaciones a la vez, para salir de una crisis que hubo de energético. Una tensa situación porque los restaurante y hoteles empezaron a sentir situación de pánico pero nuestra prioridad empezó a ser atender hospitales, una experiencia de platicar y convencerlos. Son dos millones de litros lo que se abastece aquí.

–El grupo empresarial que marcó otro parteaguas en su vida, Latitud 21.

En 2008 dejo la Dirección Comercial y desde hace dos años opero mi empresa Rocío Mena Publicidad. Con Fernando Martí tengo una relación de respeto pleno, formo parte de la ARPCM desde 1998 cuando Ana Mari Irabién era la presidenta; ocupé la vicepresidencia con Guillermo Gutiérrez. Mi escuela, lo reconozco, ha sido Latitud, me gusta mucho la parte empresarial.

–Nuevos retos al frente de la Asociación de Relaciones Públicas del Caribe Mexicano.

Para la conformación de la mesa directiva con Coco Cabañas, expert en el rubro y Katinka Lira Vado, directora de Comunicación de la Asociación de Hoteles, no tenemos secretos. Ni tiempo te da de creértela, porque el trabajo viene detrás, yo tengo la mentalidad de servir porque no puedo tener otra actitud. Responsabilidad y apertura. Los jefes se vuelven tus maestros en la vida.

–Un proyecto interesante, el libro ‘fantasma’ de la ARPCM.

Sí, vamos a empezar el libro de memorias, 30 años de la asociación. Se tiene que dejar esa herencia, trascender porque es hablar de historia viva. Será un libro de consulta para los mercadólogos y publicistas y en general para quien ama el Caribe Mexicano. La memoria será una herramienta importante en la educación.

–¿Cómo trabaja relaciones públicas en tiempo de crisis? Tras la hiel las mieles, usted está al frente de la organización del Tiangüis Turístico 2014.

Todas las experiencias me indican lo mismo: hacer una cultura de la prevención en todo, educarnos en una cultura de prevenir. Lo de la invitación al comité del tiangüis turístico fue tan inmediata, fue como un trámite en ventanilla única. Algo que infinitamente agradezco.

http://lachispa.mx/2013/09/rocio-mena-comunicar-te-hace-crecer/